Pero cuando la entrevista te la envían por correo, la cosa comienza a tomar una especie de orden cósmico donde lo que más hay de sobra es tiempo. Tiempo para pensar en cada respuesta y tiempo para dedicarse a contestar mejor cada una de ellas.
Luego de una entrevista jamás me he sentado a leer algo que he dicho. Ni lo he visto en video, mucho menos me he sentado a escuchar el audio. Sobre todo cuando queda por escrito. Es una especie de contradicción cuántica (?) encontrarme plasmado o reflejado o retratado en otro lugar fuera de mí mismo. No es como leer tu poema publicado en la página de alguien más. Es algo más visceral. Es una sensación ajena y extrema, al menos eso es lo que pienso/siento. Con decir que alguien puede inventarse totalmente la entrevista y yo no me daría cuenta de ninguna barbaridad.
Hace unas semanas me tocó responder otra entrevista. En esta ocasión a Isabel Cristina Morán. Para el Diario La Verdad de Maracaibo.
Lo vi por encimita y me gustó como luce. Lo leí con toda la dificultad del mundo rápidamente y luego lo subí, para que tú lo veas. Además hay un minicuento que te deja con las ganas.